29 de junio de 2017

paseo comidista por Roma

Damas y caballeros. Ladies and gentlemen. Signore e Signori.

¡Los paseos comidistas han vuelto! 

En esta edición, nos trasladan momentáneamente a la preciosa ciudad de Roma a través de mi viaje de cuatro días en la pasada primavera. Después de un año entero, allá por el Pleistoceno, dedicado al estudio de sus calles, sus plazas, sus palacios, jardines y Papas; después de toda una vida adorando la comida italiana —¿y quién no?— no podía tener más ganas de conocer esta ciudad. 

Voy a intentar acercaros mis vacaciones en Roma. Casi, casi igualica que Audrey.


Como en anteriores paseos comidistas intentaré estructurar la entrada según lo que fuimos comiendo a diferentes horas del día. Por intentar poner algo de orden en el caos. Aunque para caos, el tráfico en Roma. Dad gracias a que os lo esté contando hoy.

Desayunos

Los desayunos los hicimos en la pequeña cocina de nuestro hogar romano. Nuestro casero se llamaba Paolo y merece una mención. ¡Ay, Paolo! Suspiramos. 

Todas las mañanas nos dejaban una mesita preparada con magdalenas, cápsulas de café, zumo de naranja industrial y porciones de mantequilla y mermelada. Como comprenderéis, eso no es suficiente para un primer desayuno de hobbits, así que nosotras decidimos complementarlo.
Desayuno del amor en casa Paolo.
Aprovechamos el momento desayuno para probar los productos que habíamos comprado en las tiendas o supermercados por los que habíamos pasado a lo largo del día. Nos surtimos de buen producto fresco. A saber:

Fruta: Recuerdo especialmente unas ricas fresitas de la zona del Lazio. Estaban justo en temporada y se notó. También comimos unos tomates bastante dignos.
Yogures naturales: Los compartía con Andrea y probamos todo tipo de porcentajes de materia grasa. Da gusto tener variedad en las estanterías del súper. Mis preferidos, los ácidos tipo "griego". Siempre sin azúcar.
Pan: fue muy fácil encontrar buen pan en Roma. La tendencia "pan artesano con masa madre" traspasa cualquier frontera. Precios un chisco elevados, pero no nos vamos a quejar, estaba muy bueno.
Quesos: Compramos un par de ellos para probar sin tener tampoco mucha idea. Uno tierno (más normalito) y una buena mozzarella. También encontramos una quesería estupenda, Casa dei Latticini (Via de Collina 16) donde compramos pecorino y parmesano. Y no nos pudimos llevar otros quesos frescos porque seguro que nos los quitaba Ryanair. Es interesante apreciar las diferencias entre la mozzarella (leche de bufala), ricotta, fior di latte (leche de vaca), burrata. Cuánto qué aprender.


Mozzarella, ricotta, burrata, fior di latte, yogur. ¿Me pone usted un poco de todo, caballero?
¿Podría yo vivir en ese primero, por favor?

Con estos desayunos teníamos energía para unas cinco o seis iglesias barrocas, tampoco más, no os penséis. Borromini da hambre.

Comidas y cenas.

Para nuestro sustento principal, decidimos hacer una opípara y opulenta comida al día sentadas en algún sitio bonito, bien fuese al mediodía o por la noche. Fue nuestro momento ansiado para buscar la pizza y la pasta de alguna mamma italiana pensando que sería pan comido —mmmmmmm, error—.

Sobre la pizza


Roma es una ciudad muy, muy turística, y como tal, proliferan sitios de diversas calidades. Después de cuatro días en Roma, yo marché sin probar una auténtica pizza italiana. Aunque teníamos algunas recomendaciones de restaurantes y sitios donde comer no tuvimos mucha suerte con este plato.

Las que probamos estaban bien, nivel medio alto, menos una que fue un desastriño. Sin embargo, sé de buena tinta que no alcanzamos el nivel superior, el cielo de las pizzas de masa fina, burbujeantes, pocos ingredientes y extraordinarias de sabor. Simplemente quiero destacar que, según mi experiencia en este viaje, no en todos los sitios de Roma la pizza es excelsa. Hay de todo en la viña del señor.

En cualquier caso, comentaré dos de las que probamos. La tercera no lo merece.

La Focaccia | Via della Pace, 11. 
[Nota 6,5/10]. Ricas, combinación de ingredientes divertida, precio medio y terraza agradable al sol y sombra. Sin más. Salimos de una interesante exposición retrospectiva de Basquiat en el Chiostro del Bramante y nos pilló con hambre.

Pizza con berenjenas y tomate.
Pizza con pera, gorgonzola y nueces.

Carlo Menta | Via della Lungharetta, 101.
[Nota 8/10]. Ubicada en el Trastevere es un local al que acude mucha gente jovenzuela porque cumple las tres "b": bueno, bonito y barato. Le concedo lo de bonito porque está en el Trastevere ya que el local en sí no es apto para paranoicas de la SI —a.k.a. Seguridad contra Incendios—. Bueno y barato lo cumple con todas las de la ley. Esa noche yo estaba desencantada con el mundo pizzero y no me animé a pedirla, pero Andrea y Yas sí, y pudieron quitarse la espinita despidiéndose de Roma con bastante xeito.

Sobre la pasta

Todo lo contrario nos sucedio con la pasta. Tuvimos mucha suerte o todo el monte es orégano. Entramos en un local del que no teníamos recomendaciones y ¡bingo!


Marco G | Via Garibaldi, 56.
Fue la mejor cena de todo el viaje. Restaurante idílico en callejuela poco transitada del Trastevere después de ver el atardecer sobre las cúpulas de Roma desde San Pietro —¡oh, cuánta hermosura junta!—. Tres de tres platos muy buenos. Pasta al dente, bien ligada con la salsa justa y acompañada por un buen queso.

Andrea > Mezze maniche all'arrabbiata. Algo parecido a macarrones con salsa de tomate picante.

¡ñam!

Yas > Ravioli di zucca, burro e salvia. Ravioli de calabaza con salsa de salvia y mantequilla. Lo mejor.

¡ñam, ñam!

Lucía > Fettuccine ai carciofi. Algo similar a espaguetis con alcachofas y una salsa muy suave, tipo carbonara.


¡ñam, ñam, ñam!

De postre pedimos una selección de postres típicos que ofrecían en pequeño tamaño. Considero que es una buena iniciativa por parte del restaurante ya que podías probar un poquito de todo sin sentirte demasiado vacaburra.

Aquel día tenían tiramisú, zabaglione y panna cotta. Una tríada de postres italianos. Y, aunque todas probamos todos, cada una se decantó por uno. Somos así de bien avenidas. Yas se quedó con el tiramisú, Andrius con la panna cotta y el sabayón alcoholizado fue para la menda lerenda. ¿A que nos pega?

Qué monería de postres. Da penica comérselos, ¡ja!.


Cuña publicitaria > Si necesitáis recetas de tiramisú tengo dos estupendas. Tiramisú y tiramisú enxebre

Carlo Menta | Via della Lungharetta, 101. En este local yo pedí pasta también. Escogí unos gnocchi al pesto muy ricos y abundantes. Tengo muchas ganas de hacer gnocchi en casa de una vez por todas.

Hemos de confesar que tras tan copiosas cenas nos íbamos paseando por la orilla del Tiber hasta nuestra casita y esos paseos de conversaciones trascendentes, también son recuerdo bonito del viaje. También vimos ratas. Es por quitarle poesía (min 0:46 escupiendo con p de po e sía).

Las comidas que no hicimos sentadas como marquesas con mesa y mantel fueron callejeras y modestas. Igualmente bien recibidas. En un portal después de buscar una zona verde durante kilómetros, en un parquecillo, en casa con productos del mercado. Me gustó especialmente cuando comimos en la placita del museo MAXXI de Zaha Hadid, un lugar muy acogedor para no ser muy fans de los edificios de esta arquitecta. Había un ambiente muy agradable con niños patinando y gente tranquilamente sentada. Sin masas. Con mesas. Dios, estoy fatal. Tenían un par de caravanas con comida y muy bien, oye. 

Tentempiés y merendolas

Esta es la sección de los golosos. Os voy a incluir los piscolabis que tomamos para recuperar fuerzas durante el camino además de la consabida manzana. Qué dura la vida del turista. 

En pleno quartiere Coppedè, Andrea —la que sabe, sabe— decidió probar una crostata de albaricoque acompañada con un zumo de granada. Lo pagamos a precio de malaquita y colmillo de elefante, pero estábamos en una terraza del barrio modernista de Roma. Nos lo habíamos buscado. La crostata es una tarta típica italiana de masa similar a la quebrada y rellena con mermelada de frutas. También hay una versión con queso ricotta. Very rich.

Otro día nos compramos directamente una hogaza de pan y una tableta de chocolate negro y merendamos en casiña tan ricamente al volver de conocer la Roma olímpica. Si lo cuento, es porque nos revivió después de los 3000m lisos y bien merece un parrafito.

Aunque para parrafito, el que viene ahora. Tantatachaaaaaaaaaaan. IL GELATO.

Los helados. QUÉ HELADOS. ¡Ay, qué maravilla! Otra vez, tuvimos mucha suerte. Soy muy heladera y Roma es un paraíso para ello. Creo que tomamos helado a todas las horas del día, incluso para desayunar.

¡Para chuparse los dedos! Sí, sobre todo el mío.

Os recomiendo dos lugares en los que, por cierto, se cumplen los tópicos de las buenas heladerías. 

Gelateria La romana | Via Cola di Rienzo 2. Esta estaba en el bajo de nuestra casita. Comiendo un helado esperamos a que apareciera Paolo, nuestro casero remolón. Avellana del Piamonte, limón, chocolate, gianduja (chocolate con pasta de avellanas)... todo para llorar al recordarlo.

Gelato Il Caruso | Via Collina, 13. Mi preferida. La encontramos de casualidad después de comer en el portal de esta calle y resulta que luego teníamos también otra al lado de casa, jojo. Más gianduja, más avellana, más limón... En esta heladería también tenían una versión mini de heladitos preparados. Muy simpaticos.

Quiero volver.
                 


Bebercio

Sí. También hubo de eso. No dejamos títere con cabeza.

Cerveza. Probamos Peroni en un bar y también acudimos a uno de cervezas artesanas hipster en el Trastevere a aplicar las enseñazas de mi amigo Fer de Cervecívoros. Todo muy bien. Muy buena alumna.

Vino. Bajando del Campidoglio teníamos sed. Decidimos parar en Piazza Margana, una placita muy tranquila, sin apenas gente, y dedicarnos a la vida bohemia, beber vino y hacer dibujetes. Probamos Montepulciano y Chianti. Yo no entiendo mucho —bueno, ni mucho ni poco—, pero a las niñas les gustó más el Montepulciano.

Para un dibujo en el viaje que me queda pro, hay que lucirlo. ¡Viva el vino!

Combinados. En una enoteca del Trastevere por fin pudimos probar el Spritz del que tanto nos había hablado Andrea. Una suerte de refrigerio de vino blanco o vino frizzante, algún vermú (normalmente Aperol) y agua de seltz o agua con gas. En ocasiones, con un luquete de naranja. Ligero, suave y peligroso en las noches de verano, jaja. Menos mal que en Roma en abril hacía un frío pelón, si no, caían cuatro.


Carita de Aperol. Espejo del alma.

Menaje del hogar

Caminando por la vía Flaminia nos encontramos, súbitamente, con un mercadillo de segunda mano. Y entramos, claro. Puestos curiosos de antiguedades, objetos, cachivaches y vestidos de Dolce & Gabanna, gafas de Gucci y zapatos de Prada. Todo muy normal. Merodeando por ahí me enamoré de este juego de jarra y cuatro vasos de cerámica de Vietri. Lo compré a un precio que me pareció razonable y conseguí meterlo en mi maleta de viaje sin sacrificar nada. Llegó enterito a Galicia y ahora luce hermoso en mi cocina.Tengo que dejar esta afición por traerme cacharrada frágil de lugares remotos.

¡Os invito a beber agua! Más no, que no tengo.

Y como fin

Se puede decir que llevo semanas escribiendo esta entrada en mis pequeños ratos libres. Por tanto, llevo semanas dándole la tabarra a Andrea con preguntas repelentes de ¿dónde comimos? ¿en qué calle? ¿cómo se escribe esto? ¿cómo se dice aquello? ¿quién fue el trigésimo segundo emperador del Imperio Romano? Lo que aquí está escrito se debe a que ella tomó sus notas. Lo que aquí está reflejado se debe a que mi querida Yas sacó las fotos. Y servidora se dedicó a disfrutar del viaje, ciudad y compañía, y a intentar reflejarlo por escrito.

De nuevo, un placer viajar con vosotras.


El mundo nos espera :)

Grazie mille.

PD. Uxi, te echamos mucho de menos.
PD2. Aquí tenéis otros paseos comidistas: Centroeuropa, Guatemala, Irlanda y Noruega
PD3. No pude probar las carciofi alla giudia, plato emblemático de Roma, pero llegué a casa y decidí hacerlas, así que espero compartir pronto la receta. Si la publico en esta entrada, se haría aún más eterno.
PD4. Yo no tomo café jamás, por eso no hay mención al espreso italiano, pero os animo en los comentarios a dar vuestras opiniones sobre el mismo.