Hay personas que tienden a dormir. Otras a estar despiertas. Otras conviven con ambas según la franja horaria. Últimamente se nota tendencia al orden. O a las bodas y los chiquillos. La resistencia tendemos al caos. La juventud —entre la que me incluyo— a tener los tobillos al aire. Mis tobillos tienden a la época victoriana lo cual nos haría replantearnos la anterior premisa. Tra tra. El gato que vive en mi casa tiene tendencia al agua y mi perra tiende a los charcos. Mi suelo, por alguna razón que no imagino, a acabar mojado. Hay gente que tiende a infinito y otra que tiende la ropa. Y luego está Elena que elevó a arte el hecho de colgar una tela de una cuerda.
Mi tendencia es a liarme, a andar con prisas y a enrollarme por escrito. Vivo en una paradoja de puntualidad suiza e improvisación continua en la cual me encuentro como pececillo en el agua y en la cual no siempre todo sale como debiera. Y me tengo que adaptar a esa pecera mientras no pueda volver a ser pececillo en el mar. Ains, momento suspiro.
Pero, a lo que íbamos. La receta de hoy es perfecta para poder ser una fuguillas, pero comiendo como se debe en 15 minutos. Eso sí, necesitáis salsa de tomate casera. Mucha. Nunca es suficiente. Acostumbraros a que sin eso no se puede vivir. Aunque yo ya cuento con los dedos de una mano los botes estivales que me quedan en el congelador... Ains, segundo suspiro.
Pero mientras coged pan y mojar en esa yema que lo pide a gritos.
Ingredientes
· Un bote de garbanzos en conserva
· Salsa de tomate casera
· Un calabacín
· Aceite de oliva virgen extra
· Pimentón
· Sal
· Perejil
· Huevos (para acompañar)
Preparación
1. Enjuagamos los garbanzos en conserva y los escurrimos. Calentamos un par de cucharadas en una sartén amplia y ponemos a tostar en ella los garbanzos. Vamos removiendo para que se doren.
2. En otra sartén salteamos el calabacín cortado en trozos pequeños. La idea es dorarlo a fuego alegre para que no suelte mucha agua y se quede un poco al dente.
3. Mezclamos los garbanzos con la salsa de tomate y el calabacín salteado. Añadimos pimentón y sal al gusto. Espolvoreamos con perejil.
4. Freímos unos huevos de acompañamiento.
Notas
- Esta es una receta simple y de batalla, pero es muy resultona. Es importantísimo que la salsa de tomate sea buena y que mantengáis el toque de pimentón. Son parte de la gracia.
- El tema de dorar los garbanzos no es necesario, pero a mí me gusta el toque que cogen. También se pueden tostar en el horno.
- Admite unos tacos de buen jamón o chorizo para amantes del porquiño.