11 de diciembre de 2018

almejas en salsa verde

almejas en salsa verde

Si la nena tiene el hematocrito bajo, habrá que darle almejas a la nena. Y ella se baja a la pescadería, se compra su cuarto de kg, se las guisa y se las come ella solita con una hogaza de pan. Porque es muy obediente y no se aprovecha de su situación.

Ya de paso, os recupera un clásico que os puede venir bien para un entrante navideño de postín. Si queréis, la podéis complementar con esta receta de merluza en salsa verde y tendréis un gran plato.

Y hoy no escribe más porque se cansa. Todavía le faltan muchas almejas por tomar.

Ingredientes

· 250 g de almejas
· Una cebolla pequeña
· Un diente de ajo
· Una cucharadita de harina
· Un vasito de vino
· Un vaso del caldo de abrir las almejas
· Perejil frescom
· Sal
· Aceite de oliva virgen extra

Preparación

1. Lavamos bien las almejas. Las disponemos en un bol con agua con sal durante un par de horas.

2. Abrimos las almejas al vapor. Para ello las ponemos en una cazuela (mejor amplia y baja) con un vaso de agua. Llevamos a ebullición y tapamos hasta que se abran las almejas.

3. Reservamos las almejas tapadas con un paño húmedo.

4. Colamos el agua de abrir las almejas porque la utilizaremos después.

5. Echamos un 3 o 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra en una sartén. Añadimos la cebolla picada muy finamente. Cuando la cebolla esté transparente, añadimos los dientes de ajo picaditos.

6. Cuando el sofrito esté dorado, añadimos una cucharadita de harina y removemos con unas varillas para que no se formen grumos.

7. Incorporamos el vasito de vino y dejamos hervir un par de minutos para que se evapore el alcohol. Seguimos removiendo para que la salsa ligue.

8. Agregamos paulatinamente el caldo de haber abierto las almejas. Rectificamos de sal.

9. En estos momentos, recuperamos las almejas y las echamos en la salsa. Dejamos cocer unos minutos hasta que estén a nuestro grupo.

10. Para finalizar, espolvoreamos abundante perejil fresco muy picado.

Notas.

- Si estáis seguro de que las almejas no sueltan arena, las podéis abrir en la propia sartén. Pero yo aprendí este método en esta entrada del blog Unodedos.
- Se puede añadir una guindilla al sofrito.
- Si una almeja no se abre, desechadla.

23 de noviembre de 2018

bonito en escabeche

bonito en escabeche

El año pasado, también por estas fechas, os traía las andanzas con la campaña de bonito de norte. Pues bien, se ve que nos gustó la experiencia y decidimos repetir. Compramos más cantidad, reunimos más manos y mejoramos nuestra técnica corrigiendo los errores del pasado —los relacionados con el bonito, hay otros de otro cariz con los que ya no podemos hacer nada. Ahora nos toca esperar el resultado. Esperemos que sea igual de bueno o mejore lo presente.

Una de las novedades incorporadas fue la clase magistral de Serafín para enseñarnos a cortar los pececillos y, ¡ay!, nada como ver en directo unas manos que trabajan con la experiencia de muchos años en el mar. Muchas gracias, fue una suerte.

Embotamos mucho bonito en aceite que repartiremos entre María, Ale y Cris (los nuevos fichajes) y servidora. Por otro lado, reservamos una parte para escabechar y eso es lo que os quiero contar hoy.

Las cantidades que comento en la preparación de la receta están basadas en las proporciones canónicas y en lo leído en libros y blogs. La realidad es que aquel día todo fue a ojo pues con una olla de 50 cm de diámetro, una cantidad de bonito indeterminada, hortalizas las que conseguimos (pidiendo cebollas por casas ajenas) y un ramo de hierbajos, no estábamos para hacer reglas de tres. No debo de tener el ojo completamente desviado (guiño interno) y no se me da del todo mal cocinar a gran escala. Nos salió un escabeche digno que nos alegra y resuelve comidas y cenas durante el otoño e invierno. De eso se trataba.

Ingredientes

· Dos rodajas de bonito de Burela
· Una cebolla hermosa
· 3/4 dientes de ajo
· Dos zanahorias
· Una hoja de laurel
· Una rama de romero/tomillo
· Pimienta negra
· Aceite de oliva (2 partes)
· Vinagre de vino (1 parte)
· Vino blanco o en su defecto agua (1 parte)

· Sal

Preparación

1. Lavar el bonito y secarlo con papel de cocina.

2. Dorar las tajadas de bonito en aceite de oliva durante unos minutos por cada cara.

3. Retirar el bonito y reservar. 


4. Pelar la cebolla, los ajos y las zanahorias. Picar en juliana la cebolla y la zanahoria.

5. En el mismo aceite de freír el bonito, dorar las hortalizas.

6. Echar los granos de pimienta, el laurel y el romero.

7. Cuanto estén las hortalizas doradas, añadimos de nuevo el pescado. 

8. Añadimos el vinagre y el agua y comenzamos a cocer todo con un hervor muy suave durante unos 25 minutos.

9. Reservar y dejar reposar de un día para otro.

Notas

- El escabeche es una técnica de conservación de alimentos que proviene de la cocina árabe. Se suelen escabechar productos que se hayan cocinado previamente. Es decir, añadimos el vinagre y el vino sobre el género ya cocinado.
- Las proporciones suelen ser dos de aceite por una de vinagre y otra de vino. Cuanto mejores sean estos ingredientes, mejor saldrá el escabeche. Yo muchas veces sustituyo el vino por agua. Según vuestros gustos podéis jugar con ellas o con los matices de los distintos vinagres/vinos/aceites.
- Freír el pescado previamente también es opcional.
- Los escabeches adquieren ese tono rojizo, véase mejillones, cuando se les añade pimentón.
- Tradicionalmente se suelen escabechar pescados azules, aves, lomo de cerdo, pero también se puede innovar y escabechar alguna verdura u hongo.
- Os recomiendo visitar el blog de El invitado de invierno y aprender todo y más sobre el escabeche. Tiene un montón de recetas interesantes.

23 de septiembre de 2018

tarta mousse de limón y frambuesa

Tarta de mousse de limón y frambuesa

Esta ha sido mi tarta de este año con Pablo. A Pablo ya lo conocéis de ser aquel niño encantador que se enrolla mucho en la cocina y que preparó conmigo las albóndigas en salsa de Monteña. Además, es hijo de su padre, Adolfo, que conocéis por la receta del tiramisú y de su madre, Marta, que nos regaló aquel pesto rojo. Amén de muchas otras que todavía no han visto la luz.

Vaya, que de casta le viene al galgo. 

El caso es que nos lo pasamos muy bien trasteando postres —y cogiendo olas y comiendo postres, ejem— y ya llevamos unos cuantos años realizando entre los dos una tarta todos los veranos.

Este año optamos por una cosa fresca y frutoide. La parte de limón nos quedó un poquito amarga porque rallamos más albedo de la cuenta. ¡Ojo!

Me acaba de venir a la mente una conversación que tuve con una persona que no recuerdo sobre qué era el albedo. Para mí, señorita instruida en libros y textos de cocina era la parte blanca de los cítricos. Para la otra persona, instruida en otros saberes, era el concepto físico que recoge la proporción entre la energía y luminosa que incide en una superficie y la que se refleja. Luego descubrimos que tamaña confusión viene porque en latín, albedo significa blancura. Así que, tiene todo mucho sentido y compartimos sabiduría :)

Vaya chapa físico-comidística tan gratuita. Cortapicos es así. Dispersa.

Para centrarnos de nuevo diré que la tarta está dedicada a todas las personillas que vinimos al mundo en septiembre que somos muchas y muy bien traídas. ¡¡Feliz cumpleaños múltiple!!

La receta está sacada del blog de María Lunarillos, pero cambiando los arándanos por frambuesas. La tarta queda más bonita con arándanos, pero me gustan más las frambuesas, qué le vamos a hacer. Es por ello que nos quedaron unos colores muy pastel. Tukutum plaaaas, que diría Fer.

Las fotos las sacó Adolfo con un tinglado que montamos a las 11 de la noche con su oscuridad y su consecuente iluminación pobretona. Graciñas por sacar algo decente y por vuestra paciencia con mis cosas de bloguera.

En fin, háganla ustedes sin dar la vara con las fotos y luego me cuentan.

Ingredientes (para molde de 20 ó 22 cm)

Para la base
· 100 g de galletas
· 50 de mantequilla

Para el lemón curd
· 60 mL de zumo de limón de Corredoira
· Ralladura de un limón de Corredoira
· Dos yemas de huevo y un huevo entero
· 65 g de azúcar
· 45 g de mantequilla

Para la capa de limón
· El lemon curd de la etapa anterior
· 8 g de gelatina en polvo
· 30 mL de agua fría
· 330 de nata líquida (mínimo 35% grasa)
· 80/100 g de azúcar glas

Para la capa de mousse de frambuesas
· 200 g de frambuesas
· 8 g de gelatina en polvo
· 330 de nata líquida (mínimo 35% grasa)
· 80/100 g de azúcar glas

Para decorar
· 25 g de frambuesas y unas hojas de menta

Preparación

La base

1. Trituramos las galletas con una picadora o bien metiéndolas en una bolsa y dándoles golpes con un rodillo hasta que queden en polvo.
2. Derretimos un poco la mantequilla y la añadimos al polvo de galleta. Mezclamos bien. Tiene que quedar con textura de arena mojada.
3. Ponemos la masa de galletas en toda la base del molde. Presionamos un poquito. Tiene que tener entre medio y un centímetro de espesor.
4. Metemos el molde en la nevera mientras continuamos con el resto de la tarta.

Lemon curd

1. Ponemos en un cazo al baño maría todos los ingredientes.
2. A fuego suave, vamos calentando el contenido sin dejar de remover con una espátula. En un momento la crema espesará y estará listo. 
3. Dejamos enfriar.

La capa de limón

1. Hidratamos la gelatina con agua fría. En un momento, la pasamos por el microondas el tiempo justo para que se disuelva. Templamos.
2. Comenzamos a montar la nata con unas varillas eléctricas. Es recomendable que la nata esté MUY fría. Os podéis ayudar con un bol frío o meterlo dentro de un cuenco de hielos.
3. Cuando la nata empiece a coger cuerpo (no hace falta que esté muy dura) vamos incorporando el azúcar glas a cucharadas. Después agregamos la gelatina.
4. Finalmente mezclamos el lemon curd con la nata montada con movimentos envolventes para que no se baje la nata.
5. Vertemos la crema sobre la capa de galletas e introducimos en la nevera.

La capa de frambuesa.

1. Ponemos las frambuesas en un cazo y cocemos hasta que empiecen a deshacerse. Pasamos por un pasapuré.
2. Hidratamos la gelatina con agua fría. En un momento, la pasamos por el microondas el tiempo justo para que se disuelva. Templamos.
3. Comenzamos a montar la nata con unas varillas eléctricas. Procedemos igual que con la capa de limón. Cuanto esté cogiendo cuerpo añadimos el azúcar glas y la gelatina.
4. Finalmente mezclamos con el puré de frambuesas con movimientos suaves y envolventes.
5. Distribuimos esta capa sobre la capa de limón. Alisamos con una espátula.
6. Dejamos reposar en la nevera hasta el día siguiente.
7. Decoramos antes de servir.

Notas

- La receta original era con arándanos.
- Podéis utilizar una lámina de acetato bordeando el propio molde para conseguir un acabado perfecto. Yo no lo hice, pero os lo dejo como truco. Podéis verlo aquí.
- Se puede congelar para conseguir un buen desmoldado aunque con el frío de la nevera es más que suficiente.
- Decorarla en el momento de consumir, no antes.
- Como se va añadiendo el azúcar a cucharadas, podéis tantear el punto de dulzor. Nosotros paramos un poco antes de llegar a los 100g.
- ¡Disfrutad!

29 de agosto de 2018

ensalada de lentejas

ensalada de lentejas

He tenido que recuperar la foto para recordar los ingredientes de un plato que comí hace diez días. Yo que me acuerdo de la ropa que llevé en mi primer día de instituto y en mi primer día de carrera. Yo que me acuerdo del maravilloso poema del Señor Reloj

Se calzó las botas el señor reloj, se calzó las botas para andar mejor

Luego he tenido que recuperar el recorte del suplemento del periódico que me enviaron como indirecta DEJA DE INVENTAR tras una lamentable ensalada de alubias blancas con judías verdes. ¿O eran alubias verdes con judías blancas? Quizás si hubiera puesto por escrito alubias con judías me habría dado cuenta de la redundancia del asunto y se hubiera podido evitar.

Las doce la una, la una y las dos, redondo es el mundo del señor reloj

El Señor Reloj también era redundante y aun así pasó a los libros de texto. Pero el éxito literario con las habichuelas ya era de Jack y yo tenía más opciones si cambiaba de legumbre. Revisando el suplemento he recordado el cómo lo hice. También el cómo sustituí lo que no había por lo que ofertaba mi nevera. 

Dos patitas negras le dio su creador, dos patitas negras que iguales no son.

Entonces iguales no son. Pero esta segunda también da el pego. Os la recomiendo siempre y cuando pongáis un número impar de lentejas. Y tenéis que contarlas. De una en una. Yo lo hice y eso será lo que os asegure el éxito.

La patitas largas mide la extensión con ágiles brincos de pez volador.

Si finalmente probáis esta ensalada, no dejéis que caiga en el olvido. Repetidla hasta la saciedad. Para ello, sólo hay que adaptar la técnica de recitar el mismo poema durante tu toda infancia y parte de la juventud digo parte porque todavía me queda, a tus pobres padres en todos los viajes de coche a Madrid. Pero si no queréis olvidar y, sin embargo, pretendéis que vuestra familia os siga permitiendo el acceso a la cocina y al coche, entonces acudid al bloj, porque os he dejado el trabajo memorístico hecho.

La patita corta siempre se quedó. Este es el secreto del señor reloj.

Ingredientes

· Un bote de lentejas en conserva
· Dos tomates
· 5/6 tomates secos
· Mozarella
· Aceitunas negras
· Albahaca
· Aceite de oliva virgen extra
· Limón
· Sal

Preparación

1. Hidratamos los tomates secos. Calentamos agua y los dejamos a remojo un rato hasta que se ablanden. Con 15 o 20 minutos suele llegar.

2. Si habéis comprado las lentejas en conserva, hay que pasarlas por agua y lavarlas abundantemente. Después se escurren muy bien.

3. Picamos el tomate natural, el queso, las aceitunas negras y los tomates secos hidratados.

4. Colocamos todo en el plato de presentación, picamos las hojas de albahaca y las añadimos.

5. Aliñamos con sal, aceite de oliva virgen extra y el zumo de medio limón.

Notas

- Lo digo siempre, pero como cualquier ensalada, es muy adaptable en gustos y a lo que haya en la nevera.
- La receta original usaba un queso asturiano, el gamoneu. ¡Tengo que probarlo!
- Si tenéis tiempo podéis cocer las legumbres y secar los tomates en vuestras ollas y hornos.


ensalada de lentejas

8 de agosto de 2018

15 sensaciones gastronómicas de verano


La entrada de hoy no es una receta, sino una especie de juego que he visto en el blog de Mercado Calabajío y que me recuerda a las encuestas que nos enviábamos por nuestros primeros correos electrónicos de hotmail cuando teníamos 15 años. Ya era fans entonces y, por supuesto, lo sigo siendo ahora. 

Así que, aquí están mis 15 sensaciones gastronómicas estivales. Después, se trata de que comentéis las vuestras.

¡Animaos, porfa!

La foto es un bodegón con todo lo que nos dan estos días. Más bien, se lo dan a María y yo tengo mucha suerte de vivir con ella.

Empezamos...

1. El aroma de un plato

Pimientos de Padrón fritos o cualquier plato a la brasa

2. El sabor de un plato

Bonito con tomate

3. Ese producto que no puede faltar en los veranos

Tomates de verdad

4. El plato para mí más fotogénico del verano

Las ensaladas de patata con perejil, aceitunas negras, huevo, tomate. Mero colorido

5. El plato que más veces hago en verano

Gazpacho


6. Un sonido en la cocina que me recuerda al verano

La batidora de vaso de mi abuela al hacer el gazpacho después de la siesta para tenerlo frío a la hora de cenar

7. Un plato de la infancia que asociamos al verano

El helado de corte con galletas de barquillo

8. Ese momento gastronómico único de los veranos

Unas cañas y una tortilla en el Puntal volviendo de la playa

9. Una excentricidad culinaria del verano

La fondue de pescado

10. El plato olvidado de todos los veranos

Quizás... ¿sopa?

11. Licencias que me permito con la comida/bebida

Mayonesa con cosas :)

12. En verano me niego a comer/beber

Es que yo soy muy bien mandada, como lo que me pongan y el verano gallego lo aguanta todo, pero bueno, quizás refrescos

13. Una bebida

Granizado de limón

14. Una fruta

El peladillo de rigor para merendar en la playa

15. Un menú

Marmitako y cerezas

¡Os toca!


23 de julio de 2018

magdalenas clásicas

magdalenas clásicas

¿Quién dijo lunes tedioso? ¿Quién habló de madrugar y se tropezó al levantarse de la cama? ¿Quién ha puesto las calles esta mañana? ¿Quién se metió en la ducha cuando el agua todavía estaba fría? ¿Quién se olvidó llevar la toalla al baño? ¿Quién se dio un golpe en el dedo meñique del pie izquierdo por andar descalza y bramó? ¿Quién se ha comido un atasco? ¿Quién ha echado sal al café?

No os voy a compartir mi número de "checks" de esa lista, pero ya me vale de torpeza.


En cualquier caso, no estéis tristes. Todavía se puede arreglar. Os invito a mojar estas magdalenas en un gran vaso de leche fría y recuperar la fe en la humanidad. Y si no es en toda la humanidad, que nos lo ponemos difícil, en que esta mañana mejore proporcionalmente al número de magdalenas que nos tomemos. Haced muchas, por si acaso.

La receta está sacada del infalible libro de Magdalenas de Webosfritos.

Ingredientes

· 200 g de azúcar
· 3 huevos
· 225 g de aceite de oliva
· 375 de harina
· 16 g de levadura química.
· Ralladura de limón
· Una pizca de sal

Preparación

1. Blanqueamos las huevos con el azúcar batiendo con la batidora de varillas unos 5 minutos.

2. Sin dejar de batir, agregamos la leche y el aceite y la ralladura de limón.

3. Tamizamos la harina y la levadura química. Le sumamos una pizca de sal a la mezcla que añadimos poco a poco, removiendo bien y suavemente para evitar que se formen grumos.

4. Vertemos la masa en cápsulas, aproximadamente hasta rellenar tres cuartos de su capacidad. Colocamos las cápsulas en un molde para muffins.

5. Enfriamos en la nevera, mínimo 15 minutos, pero si podéis un poco más, genial.

6. Precalentamos el horno a 250 ºC. 

7. Horneamos a 220 ºC durante 10 minutos. Posteriormente 5 minutos más a 200 ºC. 

8. Enfriamos sobre una rejilla.

Notas

- Podéis espolvorear las magdalenas con azúcar después de haber vertido la masa en los moldes si queréis que se forme la clásica costra.
- Tengo más recetas de magdalenas en el blog. Echad un ojo a la sección Magdalenas.

Magdalenas de chocolate blanco
Magdalenas de calabacín
Magdalenas de calabaza y vainilla
Magdalenas II

8 de julio de 2018

tartaletas de crema y frutos rojos


tarta de crema y frutos rojos
Mamá pato

Tartaletas de crema y frutos rojos
y sus patitos
 
Allá por los albores del mes de mayo cuatro tartaletas como esta aguardaban juntas en mi cocina un nuevo cumpleaños.

Las habituales prisas impidieron sacarles una foto a todas juntas y solo una sobrevivió a la mañana siguiente para el posado pertinente. Una pena porque lucían mucho más en comunidad, casi casi semejaba aquello Pierre Hermé. Sin embargo, no vayáis a pensar que alguien se quedó sin tarta para poder sacar la foto, sino que servidora es muy apañada, obligó a compartir la tercera y secuestró la cuarta para dichos menesteres.

Luego, a la mañana siguiente también hubo que comérsela, claro, pero eso ya es otra historia.

Sólo os puedo recomendar que las hagáis. No son difíciles, quizás una miaja laboriosas, pero si hay una ocasión que merezca la pena, y se me hace complicado no encontrarla, ¡adelante! Tendréis la ventaja de poder rebañar el cazo de crema y de cada cuatro cerezas que deshueséis, comeros cinco. Os lo digo yo, que fui capaz.


La receta está extraída del blog de El Invitado de Invierno. Echadle un ojo porque no hace falta irse tan lejos para aprender y ver maravillas. Como autobombo, recodad también esta otra tarta de manzana con base de masa quebrada y crema que se esconde en las entrañas de este bloguito.

Finalmente, si habéis entrado en las últimas dos semanas en el blog y no habéis podido, os pido disculpas. Un año más, me olvidé de pagar el dominio a tiempo. Así soy.

Ingredientes (para 4 tartaletas de 8 cm)

Para la masa quebrada
· 200 g de harina
· 100 g de mantequilla fría
· Un pellizco de sal
· 50 g de agua fría

Para la crema pastelera
· 270 mL de leche entera
· 2 yemas
· 50 g de azúcar
· 30 g de Maizena
· 60 g de mantequilla
· Cáscara del limón y vainilla para aromatizar

Para el acabado
· 125 g de fresas
· 125 g de cereza
· 125 g de arándanos
· 125 g de frambuesas
· Azúcar glas (opcional)

Preparación

Masa quebrada

1. Ponemos la harina en un cuenco. Hacemos un volcán y añadimos el resto de ingredientes: la sal y la mantequilla bien fría cortada en cubitos.

2. Comenzamos a trabajar la masa con la punta de los dedos como si pellizcáramos algo (o a alguien). Hay que trabajar muy rápido para que la mantequilla no se ablande. Se hacen migas, como si fuera arena.


3. Añadimos el agua y mezclamos hasta que las migas se unan, intentando trabajar de forma rápida.

4. Pasamos la masa a la encimera y la aplanamos un poco para que se cohesione. Se envuelve en papel film y se lleva al frigorífico durante 10 o 15 minutos. Si veis que es necesario más tiempo para manejar mejor la masa, no hay problema.

3. Se saca del frigorífico y se coloca entre dos trozos de papel hornear o papel film. La comenzamos a estirar con el rodillo hasta que tenga un grosor de aproximadamente medio centímetro. Con sumo cuidado la colocamos sobre el molde engrasado dejando que sobresalga algo de masa por los bordes. Pasamos el rodillo por encima para que se corte el excedente de masa.


4. Con ese excedente formamos una bolita con la que presionaremos los bordes de la tarta sobre el molde para que se adhiera bien. Pinchamos la base con un tenedor repetidamente y cubrimos con un círculo de papel de hornear sobre el que apoyaremos las legumbres (para que la tarta al hornearse no pierda su forma). Precalentamos el horno a 200 ºC y mientras metemos la masa en el congelador.

5. Bajamos la temperatura a 180º y horneamos durante 25 minutos.

6. Retiramos las legumbres y dejamos enfriar.


7. Una vez la base esté fría pintamos su superficie con una fina capa de chocolate blanco derretido o clara de huevo para evitar que se humedezca con el relleno y se ablande.

Crema pastelera

1. Hervimos la leche con la vaina de vainilla y la piel de limón. Dejamos infusionar durante 10 o 15 minutos. Colamos y dejamos templar.

2. Batimos las yemas con el azúcar en un bol.

3. Disolvemos la Maizena en la mezcla de yemas y azúcar batiendo enérgicamente para que no queden grumos.

4. Incorporamos un cucharón de leche tibia a la mezcla y disolvemos bien. Es importante que la leche no esté muy caliente. Vamos añadiendo la leche el resto de la leche paulatinamente.

4. Devolvemos toda la mezcla a un cazo y lo calentamos a fuego suave (2-3 en mi cocina de inducción). Es importante que no llegue a ebullición para que las yemas no se cuajen. No dejamos de remover. Si vemos que es necesario, podemos separarnos del fuego en ocasiones.

5. Después de unos 15 minutos removiendo constantemente la mezcla comienza a coger cuerpo y de repente, sucede la magia y la crema está lista.

6. Agregamos ahora la mantequilla en pomada y la integramos en la crema pastelera.

7. Vertemos la crema en un bol, tapamos con papel film pegado a la superficie (para que no se forme costra).

Fruta

1. Lavamos las frutas y las escurrimos y secamos con cuidado. 

2. Retiramos el hueso de las cerezas y las partimos por la mitad. Cortamos las fresas en trozos similares. Los arándanos y las frambuesas los mantenemos enteros.

Montaje

Hay dos opciones según la antelación con la que preparéis las diferentes preparaciones.

A. Tenéis la base de masa quebrada fría y añadís la crema pastelera en caliente (se extiende mejor) y dejáis enfriar el conjunto antes de añadir la fruta. Posteriormente añadís la fruta y espolvoreáis con azúcar glas.

B. Tenéis la base de masa quebrada fría y añadís la crema pastelera también fría (se extiende peor) e incorporáis la fruta en el momento.

En cualquiera de los dos casos, también se puede reservar la tarta en la nevera. Al contrario que otro tipo de tartas, es mejor consumirla pronto pues la fruta cortada tiene menos aguante.

Notas

- Podéis realizar una masa quebrada dulce. Para mí no es necesario y el toque salado de la base es interesante.
- Si necesitáis que la fruta aguante un poco más, podéis seguir los consejos de Miriam y añadir gelatina para su mejor conservación.
- Se puede variar la fruta, melocotones o manzanas quedan genial.
- En mi caso realicé cuatro tartaletas, sólo con dos moldes, con lo cual tuve que hacer dos tandas de cocción. Si utilizáis un solo molde, emplead uno redondo de 18 cm de diámetro o uno cuadrado de 20 cm de lado.

Vuestras fotos


Pablo ha preparado estas cuatro tartaletas para su familia en cuarentena.




5 de junio de 2018

sopa fría de pepino, yogur y menta

sopa fría de pepino, yogur y menta

Resulta que antes de que volviera a caerse el cielo sobre nuestras cabezas tuvimos unos días donde lucía el sol y apetecía cenar frío.

Fueron un espejismo. 

Hoy os escribo mientras escucho una soporífera clase de como enseñar ciencias de forma interesante y amena —paradojas de la vida mientras llueve tras la ventana. Es posible que estar en clase renovando el blog no sea la mejor forma de aprovechar la misma, pero lo he intentado los primeros cuarenta y cinco minutos con escaso éxito. Me duermo. Si llego a dar clase algún día y a cualquiera de mis alumnos se le ocurre cocinar mientras encuentra el punto por el que la recta corta el plano, no tendré más remedio que callarme y comer lo que me ponga.

El caso es que en aquellos días de calor y ¿ociosidad? surgió una petición de sopa de pepino. Cucumber soup. Y yo a estas cosas ni sé ni quiero decir que no. Por ello, este platillo. A punto he estado de contarle la receta hoy a la examinadora del speaking de la Escuela Oficial de Idiomas cuando me ha preguntado por ventajas y desventajas de la dieta vegetariana. Había que divagar.


Y entonces, puestos a divagar completamente; comprad un par de pepinos de sobra, preparad un buen pan de molde y tened siempre en la despensa una digna mantequilla. Podréis haceros sandwiches de pepino cual Lady Augusta en La importancia de llamarse Ernesto. Y, entonces, que llueva, que nos dará igual.

Ingredientes

· Dos pepinos
· Media manzana ácida
· Uno o dos yogures naturales buenos
· Unas hojas de menta
· Aceite de oliva virgen extra
· Vinagre de manzana o zumo de limón
· Sal

Preparación

1. Pelamos los pepinos. Los troceamos.

2. Troceamos la manzana.

3. En el vaso de la batidora incorporamos todos los ingredientes y procesamos hasta que quede una crema de textura fina.

4. Pasamos por el chino.

5. Refrigeramos.

Notas

- En esta ocasión utilicé un yogur y medio. Sí, medio, porque soy así de cursi. Me pareció que con esa cantidad obtenía la textura que me apetecía. Además, en mi casa los medios yogures que aparecen en la nevera tienen mucho éxito.
- Lo mismo sucedió con la media manzana. ¿Se la queréis echar entera? Ningún problema. 
- Con la media manzana y el medio yogur tenéis media merienda apañada mientras preparáis la cena.
- En la receta de El Comidista utilizan yogur de leche de cabra y opcionalmente, un poco de sumac/zumaque que es una especia que en estos momentos no tengo en mi despensa, pero todo se andará.